Ya parece una pelea de trinchera la que mantienen la Gobernadora Regional con el sector privado, responsabilizándose mutuamente de no generar espacios para dialogar y pensar el desarrollo de Aysén de manera colectiva, integrada y consensuada.
Y lo peor es que hasta el momento ninguna de las partes parecer tener la intención de hacer gestos o dar señales de querer cambian esta lamentable actitud. Porque si bien todas las culpas recaen en la Gobernadora, tampoco debemos dejar de mencionar que el sector privado y empresarial no sabe comunicar, y solo reacciona sobre hechos consumados. No hay vocerías ni liderazgos en el ámbito privado, y aun cuando existe una multigremial, sus vínculos con la realidad regional suelen circunscribirse a reacciones, generalmente, criticando a las autoridades o quejándose de que todo está malo. Así no se construye diálogo ni desarrollo, así no se avanza, así solo se genera fricción y antagonismo, lo que por cierto no calza con las intenciones de querer "remar todos para el mismo lado", como suelen argumentar las partes.
Desde el Gobierno, los gremios, los partidos políticos y las más diversas organizaciones sociales, escuchamos llamados a la unidad, un factor que en Aysén no se advierte y sigue instalada una fuerte apatía y un peligroso individualismo, que se han convertido en una característica de nuestra idiosincrasia, relegando casi al olvido la idea de generar espacios de conversación donde los temas de desarrollo y demandas ciudadanas se puedan abordar con sentido común y como objetivos colectivos.
Faltan liderazgos fuertes, desde todos los ámbitos, y esa carencia de opiniones y la ausencia de un debate menos visceral e inmediatista, claramente amenaza la búsqueda de espacios para transformar la unidad es un componente protagónico de nuestra idiosincrasia.
Hoy la gente tiene una percepción adversa respecto a los esfuerzos que realizan autoridades de Gobierno, parlamentarios, representantes democráticamente electos y los dirigentes de los partidos políticos, respecto a sus demandas, porque siente que no se escucha al pueblo, y el análisis fino de ese sentir se verá más adelante, en más de alguna elección popular.
Sabido es que el país enfrenta un complicado momento, en diversos ámbitos, una realidad que nos mantiene como sociedad con una gran incertidumbre y también con muchas divisiones. Sin embargo, los ciudadanos/as creen que es posible un mejor país, pero anhelan que las decisiones relevantes para el futuro de Chile y sus regiones se adopten con la participación activa de todos y de todas y con una actitud gubernamental (regional y central) de más diálogo, de tolerancia, sentido común y trabajo colaborativo.
En el caso de la región de Aysén, necesitamos que se genere un clima de mayor confianza y de diálogo, si queremos avanzar en serio y lograr mejores estándares de desarrollo en este territorio austral que, como suele ocurrir, enfrenta las dificultades con más entusiasmo que propuestas.