En estos últimos días hemos estado un tanto tematizados con expediciones y exploraciones. Eso, a causa de la vuelta de la "sobrina" cochranina, Isaura Martínez Rojas, de su curso -expedición de montaña y kayak con la escuela NOLS, con lo cual recordamos nuestra propia experiencia de hace años. En tanto, en redes sociales nos encontrábamos con las siempre notables expediciones de Cristian Donoso y Pablo Besser a los lugares mas recónditos del litoral patagónico. Y para remate, estábamos leyendo sobre las exploraciones y trabajos de la Comisión de Limites en "La Cordillera de Los Andes entre los 46 a los 50° S" de Luis Riso Patrón; 1905.
Los cursos "semestre" de NOLS que duran ochenta días, solían ser muchas veces en lugares remotos e inexplorados, lo cual constituía una tremenda aventura hasta para quienes contaban con mas experiencia como son los instructores. Y también ponía algún grado de incertidumbre y riesgo. De entre esos cursos hasta hubo algunos que cruzaron el Campo de Hielo Norte ¡una experiencia no menor, en la cual algunos pasaron más de una semana metidos en cavernas de neviza mientras arreciaba el temporal!
Las exploraciones y trabajos de la Comisión de Límites se sucedieron entre 1898 y 1994 ante el desconocimiento de ambos gobiernos, argentino y chileno, sobre el límite que defendían y territorio en disputa. Hacer estos trabajos por el estepario lado oriental, relativamente accesible, no era demasiado complicado, ahí por lo demás, habitualmente se contó con guías tehuelches conocedores del terreno. Pero por el húmedo, abrupto y boscoso lado occidental fueron sumamente sacrificados. Y claro, en esa época aún no había teléfono satelital, ni carpas sintéticas y equipos livianos, ni anafes, ni helicóptero. Lo extraño, es que poco se sabe de aquellas expediciones, salvo tal vez de aquellas de Steffen, que escribió su propio libro. El libro de Riso Patrón (hoy Risopatrón), que leímos en fotocopia (creo que la consiguió Francisco Mena en la Facultad de Ciencias U. de Chile), es una interesante joya que sería bueno se conociese más. Y si Risopatrón le suena a lago (entre Puyuhuapi y Las Juntas), hay varios lugares mas con apellidos de jefes, ingenieros y hasta un patrón de bote de esa Comisión, como Lago, Puerto y cerro Bertrand, Lago Caro, Lago Vargas, lagos Briceño y Bórquez, fiordo Michell, fiordo, ventisquero y cerro Steffen. Pero no ingeniero Ibáñez, ese rio lo "descubrió" el galés R. Evans cuyo apellido fue españolizado a Ibáñez. A su vez, el rio Mayer lo descubrió J.B Hatcher, de la U. de Princeton, en sus exploraciones. En la parte marina también hay harto nombre puesto por las Comisiones Hidrográficas de la Armada y también hay topónimos terrestres bautizados con nombre de marino, como Nef, Hudson, y Simpson. Fueron los exploradores de esa época los "descubridores" (que los indígenas bien conocían) de los grandes lagos y ríos y valles de la Patagonia. Vale recordar que la hipótesis argentina era que los lagos Buenos Aires y San Martin ("descubiertos" por ellos) desaguaban hacia el Viedma y rio Santa Cruz. Ahora, respecto a los nombres o topónimos indígenas originales, algunos se nombran en ese libro, como Senguerr, Charcamac, Shekaiken, Ornaik, Tecker, Shehuen, pero por lo visto, algunos exploradores en su afán descubridor no preguntaron demasiado a sus guías, salvo tal vez el explorador, también galés, Ap Ivan, respecto al Ingewtaik Ge Go-gonumunee (rebautizado por su "descubridor" el marino argentino Carlos Moyano a Buenos Aires).
Las expediciones, bastante sufridas, podían durar hasta más de seis meses fuera de casa. A su vez, Michell y Briceño informan que de 135 días de verano en terreno, solo tuvieron 23 buenos (y Michell tuvo otro verano peor aún). De hecho, Steffen termino con tuberculosis. De estas expediciones, hay algunas que abarcaron miles de kilómetros, como aquella de Bertrand que recorrió todo el largo del territorio en estudio, desde Punta Arenas hasta Nahuelhuapi, para volver de ahí a Pto.Montt. O Steffen, que tras explorar la costa de San Rafael al Sur y el Baker por más de dos meses, sigue luego hacia Pta. Arenas.
En estos trabajos participaban, aparte de ingenieros, también naturalistas, mineros (abriendo senda en el Baker y Pascua), mayordomos, patrones de lancha y bote y numeroso personal contratado en Llanquihue y Chiloé. Varios de los jefes además hablaban inglés y tuvieron que acompañar a los árbitros británicos en sus visitas y al colocar hitos fronterizos, alguno de ellos en lugares de difícil acceso. Entre los antecedentes que levantaban esas comisiones exploradoras, aparte de aquellos topográficos, estaban, además, los botánicos, geológicos y de recursos disponibles, también de vientos, clima, humedad y temperatura, fauna y alturas. Tras las exploraciones, también estuvieron construyendo sendas, puentes, casas y galpones y hasta contaron con lanchas, botes y pontones en algunos ríos y lagos. Un esfuerzo estatal descomunal para dejar en claro el interés chileno por el territorio en disputa. Un esfuerzo, que posteriormente paso bastante al olvido, adjudicándose parte de esas obras a las compañías ganaderas que concesionaron el territorio, gracias a la información levantada por esa Comisión de Límites.