Se va el año y se vienen definiciones relevantes en materia política con el término del proceso constitucional y un 2024 con varias elecciones, es decir, un escenario de mucha actividad y de grandes desafíos para el país.

Por lo mismo, todos los sectores políticos y la ciudadanía, abogan por el bienestar de Chile, pero cuesta ver señales que permitan generar más certezas y disipar las dudas y la desconfianza. El propio presidente Gabriel Boric lo hace permanentemente en sus discursos, llamando a la unidad y a despejar el camino del desarrollo con nobleza y sentido común, pensando en Chile y sus habitantes para así poder atender muchas necesidades ciudadanas que llevan años esperando ser consideradas por los gobiernos de turno.

Y volvemos a plantear que, en Aysén, es sumamente relevante la inversión pública, pero aún más importante es la ejecución de los presupuestos fiscales, porque es ahí donde se genera el efecto multiplicador que en definitiva impacta favorablemente en las personas; empleo y dinamismo que llega y alcanza para todos y todas. 

La economía está complicada, hay negocios que han cerrado, emprendimientos que peligran y existe una tremenda sensación de incertidumbre. Los hechos demuestran que en la región este factor es determinante y si no se cambia el paradigma, Aysén seguirá siendo un territorio irrelevante para los gobiernos de turno, salvo que este o los que vengan se atrevan a tomar decisiones innovadoras y tratar una realidad que, de no mediar una decisión o política de Estado estratégica y contundente, seguirá siendo la misma por los próximos años.

No podemos planificar nuestro futuro sin recalcar que Aysén requiere de políticas públicas y de instrumentos especiales, que se hagan cargo de nuestras debilidades. Necesitamos aún mucha subsidiariedad fiscal y de una mirada de Estado que necesariamente debe ser distinta respecto a otros territorios. 

Si ese punto no lo marca el Gobierno, no habrá grandes cambios durante su gestión y en esa lógica, el discurso una vez más, se sustentará solo en lo teórico, y las acciones que demanda Aysén para desarrollarse en igualdad de condiciones con el resto del país, seguirán absolutamente pendientes.

Porque existen demandas ciudadanas de larga data, que exigen a los gobiernos de turno tener una mirada estratégica y geopolítica del desarrollo de las regiones, y fundamentalmente, reconocer que no todos los territorios marchan a un mismo ritmo ni tienen la facilidad para poder avanzar hacia mejores estándares de progreso para sus habitantes.

Y señalamos esto por el Estado debe ser capaz de reconocer las fortalezas y las debilidades de las regiones y generar políticas o medidas que se hagan cargo de esa diversidad. En Aysén hay factores que obstaculizan el desarrollo y deben ser abordados con prioridad. Eso, este y los anteriores gobiernos lo tienen claro, pero las diferencias, el trato diferenciador, no se advierte.