En todo el país tuvo repercusión la puesta en venta de la isla Traiguén, a través del sitio web estadounidense Hall and Hall. Llamó la atención, pues se ofrece por 35 millones de dólares y se le describe como una isla virgen con "163 kilómetros de playas, con grandes bosques nativos de coihues, ñirres, lengas y mañíos, además de ser una reserva de 1.130 millones de metros cúbicos de agua dulce" y como "una gran oportunidad de construir en ella"… "una oportunidad de una vez en la vida".
Lo cierto es que no es primera vez que dicha isla es ofrecida para la venta. Ya en 2019 formaba parte del catálogo de Private Islands Inc., en el que todavía se puede ver a la venta. Y no se trata de la única isla de esta zona que está a la venta, también está la Isla GuardiaMarina Zañartu y los islotes San Andrés, la Isla Aysén, ubicada en plena desembocadura del Río Aysén, a pocos kilómetros de la ciudad y la isla Los Conejos, ubicada dentro del Lago Yelcho, cerca de Villa Santa Lucía.
Un poco de historia
Sin embargo, la venta de la isla Traiguén tiene varias aristas, pues dicho lugar está habitado hace unos sesenta años por la comunidad huilliche Nahuelquin-Delgado. Es más, hace apenas seis meses, dicha comunidad indígena recibió 257 hectáreas del primer Espacio Costero Marino para Pueblos Originarios (EMCPO) entregado por la Comisión Regional de Uso del Borde Costero (CRUBC) en Aysén.
Dicha comunidad llegó a la zona hace más de ochenta años, cuando Benjamín Nahuelquin con apenas ocho años de edad (hoy Lonco de la comunidad) llegó junto a su padre Jesús Nahuelquin a trabajar en faenas madereras de tala de bosque nativo a la isla. "Mi papá tuvo que pasar como un obrero más siendo un niño para poder tener una bolsa de alimento más y así mantenerse más tiempo en esos territorios que nadie habitaba", comenta Marcia Nahuelquin, quien presidió la comunidad hasta 2020.
Durante más de 20 años la comunidad estuvo solicitando derechos por sobre la tierra que habitaron por décadas y en medio de esos intentos, también presenciaron en 2008 la primera venta de la isla Traiguén, desde el Ejército de Chile al empresario Eduardo Ergas, quien pagó la "módica" suma de 1.500 millones de pesos de la época por las tierras.
En ese contexto, la comunidad Nahuelquin-Delgado enfrentó al empresario, amenazando con iniciar acciones legales para impedir su compra y usufructo. En agosto de 2019, Eduardo Ergas comentó en una entrevista con el Diario Financiero que logró llegar a "un acuerdo contractual para que ellos puedan vivir ahí y usufructuar de varios cientos de hectáreas".
Marcia Nahuelquin reconoce la existencia de dicho acuerdo en el que "Eduardo Ergas cedía cerca de 500 hectáreas para que la comunidad Nahuelquín Delgado se pudiera desarrollar y realizar sus actividades que hasta el día de hoy se realizan en ese territorio. El acuerdo es que yo no seguía con acciones judiciales y él se mantenía quieto. Era acuerdo una acuerdo a 100 años, en que la comunidad podía estar tranquila porque nadie nos iba a sacar de ahí. El acuerdo era que se espacio iba a ser de la comunidad".
Isla para conservación
Eduardo Ergas, en la entrevista de 2019 reconocía que la comunidad Nahuelquin-Delgado "han sido grandes socios en el cuidado ecológico del lugar". Y es que el objetivo de comprar la isla era desarrollar un proyecto de proteger a la Ranita de Darwin, un proyecto que finalmente no prosperó, pues "descubrimos que las causas de su desaparición estaban fuera de nuestras manos y no podíamos hacer nada para detenerlas".
De hecho, el empresario también creó la fundación EcoScience, de la cual era uno de sus seis directores, y administraba más de 100.000 hectáreas de terrenos en conservación. Vale decir que el sitio web y las redes sociales de dicha fundación no evidencian movimientos desde diciembre de 2021.
Marcia Nahuelquin asegura que "jamás, nunca" vieron trabajos relacionados con conservación en la isla. "De la última reunión que sostuvimos con representantes de Eduardo Ergas, que fue en la Gobernación Provincial, cuando llegamos a ese acuerdo, no llegó nunca más nadie a pisar ese territorio, porque antes llegaban en helicóptero. Pero después no llegó nadie más".
Eduardo Ergas, empresario y conservacionista
Usos actuales de la isla
En 2019, Eduardo Ergas aseguró que "si llego a vender será a un conservacionista. Así que el precio dependerá del comprador". Hoy, en 2024, la isla es ofrecida con el gran atractivo de "ser una reserva de 1.130 millones de metros cúbicos de agua dulce" y el atributo de contar "con múltiples lagos grandes y más de 80 lagunas".
Sin embargo, Marcia Nahuelquin señala que "los derechos de agua y de laguna que él también ofrece en esa propaganda es falsa, porque la comunidad Nahuelquin-Delgado tiene los derechos de agua y eso se puede revisar en las oficinas pertinentes".
Hoy en la isla Traiguén se sigue trabajando. "Mi familia continúa ahí desarrollando las actividades. Hoy con mayor fuerza e interés, porque tenemos que responder al Espacio Marino Costero que tenemos", indica Marcia Nahuelquin, pasando a enumerar que se realizan "las mismas prácticas culturales de pesca, siembra, recolección del borde costero. Se trabajan todos los productos del mar, acá no se espera la cuota de pesca para trabajar. Acá se trabaja todos los días del año y se extraen los productos de acuerdo a las temporadas y respetando los desoves".
Incluso, el territorio ha incrementado su valor patrimonial, luego del hallazgo de cinco sitios de interés antropológico que son vestigios de las ocupaciones de los pueblos recolectores originarios que habitaron la zona en épocas prehispánicas.
Un sector olvidado
Desde la comunidad Naguelquin-Delgado prevén que el escenario será doloroso para ellos, como ya lo ha sido en ocasiones anteriores. Desde siempre han luchado contra el olvido y la postergación, algo que sigue ocurriendo en pleno siglo XXI.
Hoy, cuando sus padres envejecidos se enferman "hay que salir con medios propios -dice Nahuelquin-. Ni siquiera la Armada hace evacuaciones ahí. Vivir ahí cada día es más difícil. Cuando hay que sacar a los papás, hay que recurrir a amistades, a personas que uno conoce". "La gente que vive en el litoral, nadie sabe que vive ahí", remarca.
Para Marcia Nahuelquin, la puesta en venta de la isla Traiguén es "un acto de mala fe de este empresario, pero además lo que más lamento es que ni siquiera respete la institucionalidad chilena. ¿Porque tiene puede hacer lo que quiere? No solo con nuestra comunidad, sino que con la región".
"Lo más triste es que mis papás ya no tienen 70 años. Mi padre ya tiene 96 años y lo tenemos con vida aún. Cuando vivimos el primer proceso de despojo de la isla fueron violentados por el poder, incluso por el Ejército y hoy vamos a volver a vivir la misma pesadilla", señala.
"Nosotros vamos a seguir en la isla, nadie nos va a sacar de ahí. Como dijo un día mi mamá, la única forma de sacarnos de ahí va a ser muertos, y seguramente va a ser así", sentencia.