Editorial, Redacción Permanentemente escuchamos a los políticos y a las autoridades de turno argumentar sobre voluntad política, e incluso se suele apelar a la prioridad presidencial para poder avanzar a un ritmo más constante.
Sea cual sea el mecanismo, Aysén requiere con urgencia decisiones del Ejecutivo, del Gobierno Regional y acciones legislativas, con sentido de urgencia, priorizando, primero, un reconocimiento a nuestro rezago, y segundo, estableciendo una calendarización concreta para que las obras o proyectos que la ciudadanía y el mundo privado requieren para su desarrollo, comiencen a materializarse.
Sería muy bueno transmitirles esta narrativa a los dos candidatos presidenciales, de manera que estén al tanto de lo que se requiere en este territorio austral, siempre calificado de "estratégico" o de "muy importante" por cuanto gobierno administra el país.
Y es que objetivamente ningún gobierno ha podido revertir los problemas estructurales que dificultan nuestro desarrollo. Por lo mismo, existe en Aysén la convicción que se requiere de un mayor compromiso del Estado para poder generar más desarrollo, para que así el progreso se note e impacte en la gente. A un mes de las recientes elecciones, la comunidad quiere que el desarrollo regional sea una realidad tangible, que los incorpore; solo así, con señales claras, se puede recuperar la confianza y avanzar con más decisión en la dirección que todos anhelamos.
Una realidad región que no es para nada favorable y que nos lleva nuevamente a recordar que la dependencia que tiene Aysén de la inversión pública es casi absoluta, por lo tanto, no sirven las arengas ni los populismos para cambiar esta realidad. Lo que se requiere son políticas de Estado efectivas y compromisos políticos, presidenciales y legislativos que vayan mucho más allá de un buen propósito.



















