Editorial, Redacción Si analizamos la percepción ciudadana a 10 días de las elecciones, hay realidades transversales que siguen inquietando a la gente, fundamentalmente desconfianza y una distancia tremenda de las personas respecto a la política.
Pero también en ese ambiente de poca sintonía entre la gente y esa actividad, comienzan a surgir nuevas expectativas, nuevas esperanzas, puestas precisamente en quienes, al menos desde lo discursivo, han logrado convencer a la gente sobre la necesidad de renovar congresistas y desde su gestión, generar los cambios y las metas que los aiseninos y aiseninas tanto anhelan y que por cierto tienen un correlato legislativo.
El 11 de marzo se inicia un nuevo periodo parlamentario en su desempeño por cierto que existen altas expectativas, porque siempre el refrescar la política conlleva generar nuevas relaciones con las comunidades.
Por eso es que la responsabilidad que tendrán los nuevos legisladores, es tremenda, ya que deberán iniciar sus funciones, con la prioridad de atender las demandas de la gente y de mostrar una gestión eficiente y proba.
Porque más allá de su vilipendiada reputación y el vergonzoso desempeño de algunos, los congresistas se han transformado en actores protagónicos del desarrollo de Aysén y de sus habitantes, y deben responder también a grandes sueños ciudadanos, a grandes desafíos para poder mejorar la condición de ida de miles de aiseninos.
Y es que los políticos, los antiguos y los nuevos, los que recién incursionan y los más avezados, tienen absolutamente claro que la ciudadanía no tiene mucho interés por las arengas, menos por las polémicas que no conducen a nada. Las comunidades exigen desarrollo, crecimiento, trabajo, estabilidad, aspectos prioritarios para las personas y que no tienen determinantes ideológicas, sino que apelan fundamentalmente a la eficiencia y a la oportunidad de las políticas públicas y al trabajo legislativo.
Porque es un hecho de la causa que la comunidad aisenina sigue a la espera respuestas y soluciones a muchas demandas y problemas. Muchas de esas soluciones están en manos de las autoridades regionales y otras en manos del gobierno central y los parlamentarios, que deben empoderarse mejor en su rol y su compromiso con Aysén.





















