Hernán Libedinsky Moscovich, Fiscal Regional de Aysén
Creo que uno de los elementos relevantes para la investigación de los delitos comienza por escuchar. Y escuchar con real intención, respeto y pensando en el bien común. Es así que esta semana, en una nueva reunión con dirigentes vecinales y sociales de Coyhaique, junto a la Seremi de Seguridad Pública, Jefes Policiales de Carabineros, PDI y Fiscales y profesionales del Ministerio Público, reafirmamos una convicción que me parece esencial: sin diálogo con la comunidad, no hay una persecución penal verdaderamente efectiva ni un trabajo investigativo que responda a las realidades y necesidades de nuestra región.
En Aysén, la seguridad pública tiene un rostro. Detrás de cada denuncia, de cada temor o reclamo, hay una familia, una comunidad que busca vivir tranquila. Por eso, abrir espacios de conversación directa con las y los vecinos no solo es un gesto institucional, sino una herramienta concreta de trabajo. Desde mi perspectiva, escuchar a la ciudadanía permite identificar fenómenos delictuales, conocer zonas críticas, evaluar patrones criminales, entender nuevas formas de engaño o estafa que pueden estar afectando a las y los vecinos, y también fortalecer la confianza en las instituciones que estamos para protegerles.
En ocasiones, las y los dirigentes vecinales sienten que las instituciones escuchan poco o tarde. Frente a ello, hemos asumido el compromiso de una Fiscalía de puertas abiertas, cercana y receptiva, que incorpore la voz de la ciudadanía en su planificación y que rinda cuentas con transparencia. Porque la información que entrega la comunidad no solo orienta nuestras investigaciones; también nos enseña, nos alerta y nos permite mejorar.
Durante el encuentro con dirigentes vecinales y sociales de Coyhaique abordamos temas cruciales. Entre ellos, la importancia de denunciar los delitos, porque sin denuncia no hay investigación ni justicia posible; el valor de las cámaras de seguridad tanto particulares y comunitarias como aliadas en la prevención y persecución penal; y las medidas de protección que dispone la Unidad de Atención a Víctimas y Testigos (URAVIT) para resguardar a quienes colaboran o participan en los procesos judiciales. Cada una de estas acciones refuerza la confianza en que el sistema puede proteger a las personas y garantizar que el delito no quede impune.
Este ejercicio de diálogo mutuo nos recuerda que la seguridad no se construye desde los escritorios, sino desde los barrios, las calles e incluso los sectores rurales. Aysén tiene particularidades geográficas, sociales y culturales que exigen una mirada territorial, sensible y flexible. La labor del Ministerio Público no puede desvincularse de esa realidad. Mi intención como fiscal regional de Aysén para el periodo 2025-2033 es que una investigación penal sin comunidad es un proceso incompleto.
Por eso, el desafío que asumimos es mantener estos espacios de conversación abiertos y permanentes, replicándolos en toda la región. Incluso, solicitaremos a los fiscales de cada una de las comunas donde el Ministerio Público tiene oficinas, que puedan realizar una cuenta pública anual a la comunidad, para exponer el trabajo que realizan.
Cada reunión, mesa de trabajo o cuenta pública son oportunidades para fortalecer los lazos entre Fiscalía, policías y ciudadanía, y así construir un círculo virtuoso de confianza, colaboración y resultados.
Escuchar a la comunidad no solo mejora la persecución penal, también la humaniza. Y en Aysén, este es el primer paso para una investigación que incluya y tenga como propósito el bienestar de todas y todos.


















