Hacernos cargo


Probablemente todo parte en cómo entendemos las palabras. De ahí en adelante nuestras formas tendrán una repercusión en el otro, ignorar eso muchas veces se transforma en una triste pasión. El pasado viernes se conmemoró el día mundial de la salud mental y bastante se habla del concepto de autocuidado, muy usado principalmente por autoridades públicas, lo que resulta más errático pues nos hace volver a la precaución individual en vez de posicionar la responsabilidad colectiva frente a este tema.
Las personas se enferman por no saber decir lo que piensan. Lo peor es que cargamos con eso sin darnos cuenta, hasta que nuestro cuerpo nos levanta la alerta y notamos que algo anda realmente mal.
El zapato aprieta más cuando esto nace en nuestro espacio laboral, pero más entorpecedor es el proceso cuando la responsabilidad vincula a una jefatura disfuncional que se esmera en ignorar cuando el equipo solicita apoyo y liderazgo. Cuando no hay retorno a la demanda, incomoda más la falta de compromiso de quien debiese ser líder en el equipo. Se destacan más esas señales de incompetencia de las que somos testigos, hasta de "sacar la vuelta", como se diría en el buen chileno.
Esa jefatura más ocupada en hacer vituperios -de horas- o llevar vehículos personales al mecánico -en horario laboral- en lugar de priorizar revisar los compromisos de gestión. Cuando ésta delega toda responsabilidad propia y mira al techo a la hora de tener que sacar la voz. La incongruencia repercute en las formas de convivencia laboral porque te das cuenta que no hay frutos, pero cuando el efecto de esto se vincula con trabajar sin funciones claras y siempre sobre la marcha, hasta tener que ocuparte en revisar obligaciones de la jefatura misma, ¿ahí es donde tenemos que pensar en el autocuidado?, ¿y la responsabilidad colectiva de quienes también, en un grupo y sin importar la jerarquía, no reconocen que hay un ejercicio disfuncional de la jefatura? Pareciera que el mensaje cultural que hemos construido es que cada quien se salva solo.
Que cuando algo comienza a afectar tu salud mental "tienes que aguantar", memorizar que "queda poco", y si dices basta, recibes los "no te dio el cuero". Entonces la triste pasión por la ignorancia estanca el deseo de saber y, ahí, ocurre el no hacerse cargo.
Después es más fácil decir "yo no sabía" o cualquier excusa rápida. Simplista. Floja. Los reales afectados terminan por ser otros. En el trabajo los afectos siempre están en juego y no hay que perder de vista que es una decisión convocar a la responsabilidad común para una mejor salud mental. Incomodarnos cuando somos testigos o portadores de estas tristes pasiones. Y es aún más necesario revisar cómo actuamos y hacernos cargo.