Editorial, Redacción Algunos hablan de voluntad política, e incluso se suele apelar a la prioridad presidencial para poder avanzar a un ritmo más constante, y sea cual sea el mecanismo, Aysén hoy requiere decisiones del Ejecutivo, del Gobierno Regional y acciones legislativas con sentido de urgencia, priorizando, primero, un reconocimiento a nuestro rezago, y segundo, estableciendo una calendarización concreta para que las obras o proyectos que la ciudadanía y el mundo privado requieren para su desarrollo, comiencen a materializarse.
Existe en Aysén la convicción que se requiere de un mayor compromiso del Estado para poder generar más desarrollo, para que así el progreso se note e impacte en la gente. A un mes de las recientes elecciones, la comunidad quiere que el desarrollo regional sea una realidad tangible, que los incorpore; solo así, con señales claras, se puede recuperar la confianza y avanzar con más decisión en la dirección que todos anhelamos.
Y ese parece ser el discurso transversal de quienes a contar del 11 de marzo de 2026 deberán asumir responsabilidades legislativas, para transmitirle al futuro Presidente o Presidenta de Chile, que la región requiere acciones concretas, como más inversión pública y privada, para dejar atrás sus dolores y avanzar de verdad en temas productivos y laborales.
Expertos señalan que lo que se requiere son políticas de Estado efectivas y compromisos políticos, presidenciales y legislativos que vayan mucho más allá de un buen propósito.
Definitivamente a nuestra región le falta mucho por avanzar y el rezago se advierte categóricamente en todos los ámbitos. Sabemos que se trata de un problema estructural y complejo de resolver para todos los gobiernos, pero parece agudizarse mucho más cuando desde el mundo político se adoptan posiciones extremas, a veces irreconciliables.



















