Instantáneos y desechables


Manuel Fdo. Alvarez Lucero ? Antropólogo
La luna está llena y el mundo sigue su marcha, inexorablemente, cada uno apegado a sus preocupaciones, pendiente de su aparato celular, de las próximas elecciones, del futbol, de un nuevo amor. Al mismo tiempo, la vida sigue y van surgiendo más problemáticas, que en rigor no terminan nunca y cada persona vive un torbellino de emociones, transitamos entre infinidad de ideas y opiniones diversas, donde el contexto social, político y económico, es como el agregado, donde cada uno de nosotros tiene miradas particulares. Por eso es por lo que es tan difícil que nos podamos poner de acuerdo, por eso tenemos tantas visiones diferentes de las mismas cosas, súmele la adicción permanente a los aparatos tecnológicos, que nos ha convertido en seres instantáneos, que solo viven el momento y nada más, sin importar lo que pase con el vecino, ni con el amigo, ni con el pariente lejano.
Y eso nos está condenando al caos, como somos seres instantáneos, queremos todo con rapidez, que ocurra todo lo que anhelamos y deseamos de forma inmediata, sobre todo estas nuevas generaciones, pero, de hecho, la vida no es así, no es un simple toque de dedo índice en una sofisticada pantalla de colores, es mucho más que eso, no todo resulta con un simple clic o moviendo dedos. La vida real es mucho más difícil, no es un juego ni un problema matemático, no es un tema medico ni químico, ni físico, no lo soluciona ni un político, ni un psicólogo, ni un experto en programación, menos una autoridad o un parlamentario, es una cuestión que requiere años de sabiduría acumulada en libros antiguos, noches de vigilia, siglos de pensamiento, intentos y más intentos, exige superar minuto a minuto pruebas muy difíciles, que están dentro de cada corazón y de cada cerebro, y para eso, los seres instantáneos no están aún preparados.
La cultura de lo "instantáneo" esta relacionada con lo desechable, hoy nada se repara, nada se arregla, todo dura un calculado periodo de tiempo. Desde las maquinas, la ropa y los utensilios más diversos. Lo que se hecha a perder se bota a la basura inmediatamente y se reemplaza por otro mucho más moderno, de forma instantánea.
El placer inmediato es lo que nos convoca, lo que nos llama, lo que nos seduce, lo que nos mantiene vivos, lo que nos cuesta nos causa tedio, nadie emprende largos caminos ni minuciosas tareas, nadie tiene tiempo para grandes cosas, para escribir grandes libros o extensos textos, nadie tiene tiempo para dedicárselos a las grandes lecturas, nadie tiene tiempo para nada, solo nos interesan los aparatos tecnológicos, el poder, el dinero, el sexo, la comida y el tiempo perdido en carretes y banalidades rápidas de este siglo convulsionado.
Y así vivimos, dormimos poco, comemos rápido, amamos en segundos, olvidamos en un minuto. Vivimos entre superficialidades, entre mentiras, entre personajes de cartón, entre vicios, capsulas, benzodiacepinas, paracetamoles, ibuprofenos, aspirinas, botellas de alcohol, cigarrillos y automóviles transitando a gran velocidad por calles desconocidas, entre seres anónimos, entre instantáneos, que no saben de oficios, que no conocen lo que significa el sacrificio, ni el temple ni la forma correcta de comunicar nuestros sentimientos a los demás, vivimos en pequeños espacios artificiales de reducidos metros cuadrados, entre virus y bacterias que nos acechan para enfermarnos y matarnos, entre ácaros, entre candidatos, ente pandemias y sufrimos alergias, trastornos de pánico, temor a las multitudes y vemos películas y series de exterminios y fin de mundo.
Los seres humanos instantáneos nos transformamos en seres humanos desechables.