Defensoría Penal Pública, -
En nuestro Sistema de Justicia Penal, donde se decide sobre la libertad y los demás derechos fundamentales de las personas, la probidad adquiere un valor esencial, pues la justicia sin probidad degenera en arbitrariedad. Por ello cada uno de los actores del sistema ?jueces, fiscales, defensores y funcionarios? y cada institución que la conforma, tiene la responsabilidad de actuar con transparencia, rectitud y estricto apego a la ley.
La Defensoría Penal Pública, en particular, tiene un importante compromiso con el sistema de justicia penal, haciendo efectiva la garantía del acceso a la justicia, el principio de presunción de inocencia, en la vigilancia del debido proceso y en la denuncia de toda forma de abuso o discriminación.
Por ello desde nuestra perspectiva, la probidad adquiere un sentido especialmente urgente. Somos la voz de quienes enfrentan al Estado en condiciones de desventaja, muchas veces marcadas por la vulnerabilidad social, económica o cultural.
En efecto, nuestra labor exige rigor técnico, pero también la convicción inquebrantable en el sentido de nuestra misión institucional: toda persona, sin distinción, merece una defensa diligente y honesta.
La probidad, en este contexto, significa actuar siempre resguardando la dignidad y los derechos de las personas que representamos, con independencia de presiones externas. Tal como prescriben los estándares de la Defensa que guían nuestro servicio: "El defensor o defensora elabora y desarrolla la estrategia de defensa, de acuerdo a la decisión que adopte la persona imputada, informada de manera completa, objetiva y veraz, de los antecedentes del caso y la mejor solución jurídica posible".
En tiempos de creciente desconfianza en las instituciones y en el servicio público en general, la probidad se alza como la mejor forma de resguardar el valor y legitimidad de la función pública y de la justicia.
La probidad, en definitiva, es el cimiento invisible que sostiene el edificio de la justicia penal. Sin ella, la ley pierde autoridad y el sistema se deslegitima. Con probidad, el sistema de justicia penal es auténticamente más justo y eficaz.




















