La relación público-privada y su impacto en el desarrollo regional

Cuando la realidad país no está en su mejor momento, las culpas siempre recaen en el Estado y por consecuencia en el Gobierno de turno. Poco se dice de la responsabilidad que también le compete en esto al sector privado y de la actitud y convicciones con las que se mueve, dependiendo el sello ideológico de la administración gobernante.
No debemos dejar de mencionar que los privados están constantemente señalando que en Aysén se requiere un Estado más presente que entienda que acá la rentabilidad debe tener otro enfoque, y que la infraestructura habilitante que tanto necesitamos para generar desarrollo, no puede seguir esperando décadas y décadas.
Y acá nos detenemos para recordar que tanto el sector público como privado coinciden que se necesitan más y mejores caminos, logística, conectividad digital de mejor estándar, pavimentar más carretera austral y muchas otras necesidades que, si no están a nuestro alcance, simplemente seguirán condicionando el progreso de Aysén y sus habitantes.
Por eso es que todos y todas, incluidos los medios de comunicación, debemos sumarnos a un gran objetivo regional que permita desarrollar efectivamente este territorio austral y dejar de ser una zona olvidada, rezagada y complicada para los gobiernos. Hemos señalado reiteradamente que la búsqueda de consensos es una acción que nos convoca sin exclusión ni sesgos y comenzar a construir una mejor región, es un propósito urgente que no tiene domicilio ideológico, al contrario, es una meta colectiva transversal y que trasciende a los gobiernos.
Porque los desafíos son diversos y algunos muy ambiciosos, pero para cualquier sociedad democrática tener objetivos claros es un incentivo para sumarse al trabajo que demanda el poder conseguir esas metas. Y así lo debe entender también el gobierno y no ver fantasmas donde no los hay.
Necesitamos una institucionalidad pública más facilitadora, más moderna y que vea en el mundo privado un aliado, no un enemigo, y desde los privados, una actitud donde se note que hay colaboración y convicción para contribuir a generar los cambios que los ciudadanos/as demandan en todo ámbito.
Porque más allá de cualquier duda, la colaboración público-privada es claramente una alianza fundamental para despegar, para reactivar y para asumir los nuevos desafíos con la fuerza y la convicción que un propósito como este requiere.