Editorial, Redacción Estamos ad portas de terminar este 2025, un año contradictorio para nuestra región. Un año en el que recién se empezaron a ver cifras claras de crecimiento luego de una etapa marcada por el estancamiento en la inversión pública y privada, debido a la resaca de la pandemia.
Políticamente fue un año complejo, sin protagonistas claros, sin figuras de gobierno que asumieran un liderazgo fuerte, sin una oposición activa, pese a que estábamos en un año crucial electoralmente hablando.
En el día a día, los problemas siguen siendo los mismos y afectando a los mismos. Empleos de calidad, con sueldos de calidad, siguen siendo esquivos para una importante mayoría. Muchos rincones de nuestra región siguen persiguiendo más y mejores oportunidades de desarrollo que dependen de servicios básicos que se demoran en llegar.
La sensación de inseguridad sigue creciendo, ante los casos de delincuencia, tráfico de drogas y otros delitos que se hacen cada vez más comunes en nuestra región.
Por otro lado, en cuanto a inversiones, la región comienza a ver un despegue con algunos proyectos principalmente ligados a vivienda, obras públicas, obras portuarias, directa o indirectamente al turismo, a lo que se suma el esperado anuncio de la pavimentación 17 kilómetros de la Ruta 7 Sur.
El desempleo ha mostrado cifras que van constantemente a la baja, lo que también es positivo y motivador para las miles de familias de nuestra región.
Lo que sí ha destacado, y es para sacarse el sombrero, es el aumento en la cantidad y calidad de actividades culturales a nivel regional, lo que ha permitido que incluso algunas de estas comiencen a autofinanciarse y autogestionarse. Hemos visto cómo durante todo el año, la cartelera cultural tiene movimiento, abriendo el apetito de la audiencia regional y abriendo nuevas oportunidades de entretenimiento de calidad.
Hasta en el deporte se ve una mayor cantidad de eventos, sobre todo en aquellos que atraen a cientos de personas interesadas en la vivir una aventura en medio de los paisajes naturales de la Patagonia. Han llegado nuevas propuestas, lo que abre el destino para nuevos grupos etarios con nuevos intereses.
Se ve a nuestra región más activa, desde muchos puntos de vista, lo que permite proyectar un 2026 con altas expectativas. Todo cambio de gobierno llega acompañado de expectativas que, eso si, deben ser mesuradas. Siempre hay que tener cuidado con ello. Más aún en regiones como la nuestra, acostumbradas a depender de una inversión pública que el presidente electo José Antonio Kast prometió recortar o, al menos, revisar.
Esperamos que los balances familiares y personales de fin de año sean más positivos que negativos, que encuentren razones para mirar hacia los próximos meses con optimismo y que durante el 2026 se presenten nuevas oportunidades para todos.



















