Columnista, Colaborador Ese es el título de una canción del mexicano Pedro Fernández, que sonaba en las radios a principios de los años 2.000. El marido de mi madre, un estadounidense enamorado de la Patagonia, decía siempre que la escuchaba, que ese debería ser el himno de los chilenos.
Estas semanas nos enteramos de que las cuentas de la luz estaban mal cobradas. El eufemismo utilizado por el exministro Diego Pardow fue "anomalía metodológica", como si el error fuera solo técnico y no político. El indicador más complejo es el IPC, que mide la variación promedio de los precios de una canasta de bienes y servicios. No el IVA, como afirmó erróneamente una autoridad regional desaforada.
El alza en las cuentas eléctricas distorsiona el IPC, y con ello la Unidad de Fomento (UF), que se reajusta según la inflación. En resumen: si sube el precio de la electricidad, se altera el IPC, se incrementa la inflación y, por estar indexada, también la UF. ¿Costo final? Difícil saberlo. Lo que sí sabemos es que este error técnico tiene consecuencias reales para millones de personas.
Mientras tanto, escuchamos el veredicto del caso SQM, tras 11 años de juicio. El proceso dejó 10 condenados por emitir boletas falsas, con evidencia similar a la que ahora se desestimó. Hubo 132 imputados que aceptaron salidas alternativas por la solidez de la prueba; $3.700 millones recaudados por el fisco en multas a 28 empresas que rectificaron sus declaraciones ante el SII; y $2.550 millones pagados por SQM tras pactar con la fiscalía la suspensión del procedimiento. La investigación demostró que existía un mecanismo para financiar ilegalmente a políticos, desde la UDI al PS. En Estados Unidos, SQM pagó US$30 millones por violar la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero. Y el exgerente Patricio Contesse lo confirmó: "Estimé que era necesario apoyar la actividad política bajo cierto marco que iba más allá del Servel".
Más de dos mil millones de pesos gastó el Ministerio Público en el juicio más largo de su historia. Tras 558 días de audiencias, Pablo Longueira y Marco Enríquez-Ominami, entre otros, fueron absueltos.
A nivel local, la directora regional de Aysén del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género no pudo asistir personalmente al recurso de amparo que ella misma presentó contra la libertad condicional otorgada al agresor de Nabila Rifo. ¿La razón? Llegó 10 minutos tarde.
No sé con certeza si somos el país más incompetente, más corrupto o más indolente. Pero sí creo que el nivel de impunidad es impresionante. En países vecinos hay expresidentes presos por corrupción. En Francia, Nicolas Sarkozy se convirtió en el primer expresidente en pisar la cárcel. Pero en Chile, mientras más grande el fraude y más poderoso el defraudador, menor es la sanción. Aquí nadie ?o muy pocos? renuncian. Menos aún responden por sus errores. Al contrario: se les premia, se les vota, se les paga una vida de regalías, privilegios e impunidad, porque pase lo que pase, yo no fui.




















