En nuestra última columna, nos centramos en lo complejo que es el concepto "desarrollo" y, por consiguiente, definirlo. Ahora es el turno de reflexionar sobre lo que entendemos por "desarrollo económico y productivo", objetivos que el recién instaurado Comité de Desarrollo Productivo (CDP) Regional busca promover, instancia en donde increíblemente el litoral de Aysén no cuenta con representación (aún), siendo que CorpAysén utilizó todos los canales formales para manifestar su interés, desconociendo la importancia de este territorio en la economía regional.
Respecto al desarrollo económico y productivo de un territorio, también existe una multiplicidad de miradas en torno a cuáles son las variables que determinan su éxito. Entre ellas, las más frecuentemente mencionadas son: la participación del Estado, la permisología, las tasas impositivas, la infraestructura habilitante, la inversión en I+D, el capital humano y social, entre otros. El cómo se deben interrelacionar estas variables también es materia de debate, la mayoría de las veces influenciadas ideológicamente. Por lo mismo, se hace conveniente evaluar medidas que en vez de tratar de teorizar qué capacidades o factores impulsan una economía, utilicen datos y métodos estadísticos para inferir cuáles son las variables realmente útiles. Aquí nos es útil el concepto de complejidad económica (CE).
La CE, área en donde uno de sus principales referentes es el chileno César Hidalgo, es una medida que evalúa la sofisticación de los conocimientos y capacidades implicados en la producción de un territorio. Es decir, una región con una economía altamente compleja indica que produce bienes que requieren un grado de conocimiento que no se encuentra en regiones con menor complejidad. Lo interesante de este concepto es que se ha mostrado en numerosas pruebas como un indicador confiable para predecir el crecimiento económico, la reducción de la desigualdad y la baja en emisión de gases de invernadero, así como también trae consigo implicancias prácticas para el diseño de políticas públicas. Adentrémonos en esto último pensando en Aysén.
Según Hidalgo, lograr una mayor CE no implica diversificar nuestra matriz de exportaciones ni agregar valor a las materias primas que ya exportamos. Al contrario, los datos muestran que los encadenamientos más exitosos van hacia atrás en la cadena de valor, no hacia adelante. Es decir, no tenemos que ir desde el salmón al salmón ahumado, sino que hacia atrás, pensando, por ejemplo, en las tecnologías de inteligencia artificial y robótica que requieren los procesos acuícolas previos a la cosecha. De ese modo, la región estaría aumentando su CE y, por lo tanto, su potencial para crecer económicamente y reducir sus desigualdades económicas y emisiones, siempre y cuando sea la industria local la que provea esa tecnología. Si esta es importada, el efecto no se logra.
Volviendo al contexto regional, ya a tres años de su implementación, tenemos claridad sobre que el primer período de los gobernadores regionales no saca cuentas alegres, siendo uno de sus principales motivos las acotadas atribuciones y los pocos mecanismos de control de gestión de recursos. No obstante, uno de los aspectos en donde sí se hizo un traspaso significativo de poderes es en el ámbito del fomento productivo, siendo el CDP, instancia que presidirá la gobernadora regional, una muestra de ello. En la práctica, el CDP permitirá orientar los instrumentos que ofrecen CORFO y SERCOTEC en torno a la estrategia de fomento que tenga el GORE.
Lamentamos no poder participar en el CDP, pero nuestro compromiso con el desarrollo productivo del litoral nos motiva a contribuir desde cualquier ámbito posible, en este caso, a través de esta columna. El mensaje es directo: al hablar de desarrollo económico y productivo en Aysén, la CE es un factor crucial. Para elevar nuestra CE regional, el enfoque más evidente es trabajar en el encadenamiento productivo de la pesca y la acuicultura. Concretamente, el CDP debe centrarse en los proveedores actuales y potenciales de la industria del litoral.