Ayer se definió mediante primarias, la elección de la representante del pacto Unidad por Chile, para enfrentar el desafío presidencial del próximo 16 de noviembre, y como siempre, existe mucha expectativa en torno a lo que dejan estos comicios, con voto voluntario, donde la participación claramente no estuvo a la altura de las expectativas esperadas.
Pero eso será tema de oros análisis, porque desde hoy, comienza esta nueva etapa, más decisiva y competitiva, donde deberán ponerse a prueba muchas tareas, intenciones y esfuerzos, para poder llegar a una meta muchísimo más ambiciosa. La política sigue siendo plana, insípida y hasta oportunista, pero es lo que tenemos y con ella convivimos- Lo que se viene es desafiante, trabajar con unidad, los distintos sectores, con convicción y transparencia. Y la unidad es sin duda el mayor escollo, el principal obstáculo para quienes deben confrontar idea, propuestas y programas. Se vienen días de álgidas discusiones, de debates y descalificaciones, de dimes y diretes, una política que no sorprende, que no aprende, pero que es la que aun moviliza a los electores para sumarse a estas relevantes decisiones.
Los y las presidenciales, deben ser por norma, personas cercanas a la comunidad, referentes de una diversidad ideológica, que tienen ahora la gran tarea de seducir, de encantar a una gran mayoría de independientes, que espera un mejor gobierno, una mejor gestión, y comenzar a advertir el desarrollo de una manera más tangible e inmediata. Así ha sido siempre, más allá de la administración de turno, porque los anhelos ciudadanos son transversales y muchos de ellos siguen siendo una deuda de los distintos gobiernos.
No es un capricho que la gente quiera certezas, transparencia y fundamentalmente, una administración gubernamental que se haga cargo de las demandas ciudadanas más urgentes, quiere seguridad y estabilidad, crecimiento económico, mejor acceso a la educación y a la salud, y otras demandas que no son patrimonio de la derecha, del centro ni de la izquierda.
Cuando criticamos o destacamos la gestión del Gobierno o de cualquier autoridad o representante electo por el voto popular, como medio de comunicación estamos contribuyendo, por cierto, a generar un estado de mayor confianza y de transparencia en torno a la labor política.
En nuestras editoriales constantemente los análisis abordan la necesidad de generar un clima de más confianza y trabajo colaborativo en nuestra región, ejercicio que siempre da frutos ya que permite buscar puntos de encuentro en torno a las demandas ciudadanas. Una sociedad bien informada, es una comunidad atenta y vigilante del desempeño de sus autoridades, no solo de Gobierno, sino que también legisladores, consejeros regionales, concejales/as, alcaldes y alcaldesas, y por cierto al desempeño del mundo privado.
Las primarias de este domingo ya son parte del pasado y ahora la ciudadanía estará pendiente de la siguiente etapa. De este nuevo proceso que determinará al hombre o la mujer que liderará los destinos de Chile entre 2026 y 2030. Una misión gubernamental siempre compleja, desafiante, con una ciudadanía que seguirá demandando que se noten avances.
Desde hoy, los sectores políticos y el mundo independiente, comienza a trabajar con nuevas certezas, porque para nadie es grato convivir con la incertidumbre social, por el contrario, desgasta y provoca fricción.
Por ello es que, desde hoy, todos y todas debemos ser capaces de mostrar que nuestra contribución y compromiso con la democracia, con una mejor sociedad, va mucho más allá que una preferencia electoral; debe ser una convicción profunda, patriótica y tolerante.