Todos esperamos más señales
Editorial, Redacción En el ámbito de las percepciones, no cabe duda que la ciudadanía se siente un tanto insatisfecha por la marcha del Gobierno, otras defraudadas y también frustradas, ya que las dificultades que enfrenta el país parecen no tener una rápida resolución, y así seguimos siendo testigos de una realidad que se aleja mucho del ideal de desarrollo que las personas anhelan.
Un ritmo extremadamente lento, al punto que el propio Gobierno tiene que reconocer que no se puede andar más rápido, y de los cortes de cinta, hemos pasado a anunciar los RS de los proyectos, una etapa importante, pero aun lejana de la esperada ejecución.
Así las cosas, hoy son varias las iniciativas que están "trabadas" en los procesos administrativos, por lo que varias de ellas simplemente comenzarán a ejecutarse en el próximo Gobierno, señal inequívoca de una burocracia que sigue condicionando los anhelos ciudadanos por un desarrollo más dinámico, sostenible y palpable.
Hasta los presupuestos ya parecen obsoletos y algo o alguien, seguramente sigue creyendo que mientras más barato, es mejor. Esa máxima estatal solo demora los procesos, detiene el desarrollo y no considera, dato relevante, variables territoriales que poco espacio tienen en las fichas evaluadoras de proyectos.
Si hoy se hiciera una encuesta a nivel regional, podríamos constatar que las demandas más sentidas de la comunidad generan un transversal consenso; por lo que el gran desafío para el Gobierno es comenzar a mejorar aún más la gestión para no ser recordada como una administración burocrática.
Pero las cosas están complicadas, aletargadas, y tenemos un Estado que recibe críticas a diario por la lentitud de su actuar, por su excesiva burocracia y por no ir al ritmo que la ciudadanía exige. Las autoridades se defienden señalando, casi como un discurso aprendido, que esos son los ritmos del Estado, y bien poco se puede hacer para mejorarlo. El mejor ejemplo de esta extrema lentitud, lo que pasa con el tercer Cesfam para Coyhaique, que definitivamente se ha licitado en varias ocasiones sin éxito.
La comunidad anhela que comiencen a advertirse cada vez más señales positivas, que el ámbito económico y productivo inicie un proceso de mejora constante y así se pongan en marcha nuevos proyectos, nuevas ideas, nuevos emprendimientos, y se genere en Aysén un clima de optimismo que tenga un correlato en todos los rincones del territorio.
Las expectativas están puestas en una auténtica reactivación y en un efecto multiplicador que permita generar empleos y dinamizar la economía. Aspiraciones que por cierto no tienen sesgo ideológico, sino que simplemente representan la esencia más pura del sentido común y de los legítimos anhelos de cualquier ciudadano y ciudadana de este país.





















