El desafío de la ciudadanía a la clase política

Siempre, absolutamente siempre, con certezas, optimismo y metas claras, es posible avanzar y encontrar ese justo equilibrio que se genera en toda sociedad democrática, que aspira a mejores condiciones de vida, a un mejor índice de desarrollo humano, equitativo, solidario e integrador. Y para ello, la colaboración público-privada es claramente una alianza fundamental para despegar, para reactivar y para asumir los nuevos desafíos con la fuerza y la convicción que un propósito como este requiere.
La comunidad siempre anhela señales positivas, que el ámbito económico y productivo inicie un proceso de mejora constante y así se pongan en marcha nuevos proyectos, nuevas ideas, nuevos emprendimientos, y se genere en Aysén un clima de optimismo que tenga un correlato en todos los rincones del territorio.
Porque siempre, y más allá de la contingencia y del clima de permanente controversia de la clase política, las expectativas de la ciudadanía siguen puestas en una auténtica reactivación y en un efecto multiplicador que permita generar empleos y dinamizar la economía.
Se trata de aspiraciones que por cierto no tienen sesgo ideológico, sino que simplemente representan la esencia más pura del sentido común y de los legítimos anhelos de cualquier ciudadano y ciudadana de este país.
Una democracia más robusta y una institucionalidad que se pueda hacer cargo de las necesidades más urgentes de la gente, son prioridades permanentes, como también impulsar los cambios que los ciudadanos/as demandan. Todos anhelamos desarrollo y evidencias concretas de su impacto en las personas.
Si hoy se hiciera una encuesta a nivel regional, podríamos constatar que las demandas más sentidas de la comunidad generan un transversal consenso; por lo que el gran desafío para el Gobierno es comenzar a construir un mejor país, donde el epicentro sean las personas y su bienestar.