Por estos días vi un vídeo del Partido Comunista Aysén que resumía un Taller de Agitación y Propaganda que impartieron a militantes de uno de los partidos más grandes y el más antiguo en ejercicio en Chile, ad portas de la carrera por las elecciones primarias del oficialismo.
17 años de campaña sistemática, sucedidos por casi dos décadas de democracia excluyente, en que el partido estuvo en los márgenes políticos, tras el acuerdo de los demócratas con los militares, han creado una atmósfera ficticia en torno al partido de Luis Emilio Recabarren. La democracia de los 90 no alcanzaba para el partido comunista.
En Chile, una derecha rabiosa suele llamar comunista a todo el espectro político que se ubica a la izquierda del centro. Dicen que el gobierno de Boric es comunista, a pesar de que el propio presidente ha manifestado opiniones contrarias al partido respecto de países como Nicaragua, Cuba o Venezuela, donde la izquierda gobierna sin respeto a las libertades individuales ni garantías como libertades de expresión y de prensa.
Pero la historia del Partido Comunista en Chile es distinta, no obstante, el histórico apoyo desde la Unión Soviética hasta los últimos experimentos americanos.
160 millones de muertos u otra cifra parecida, siempre distintas, pero resulta que en Chile el PC no tiene ninguno, a lo más un par de ajusticiamientos a criminales de la dictadura como parte de unan resistencia más que legítima.
La derecha no puede decir lo mismo. El propio expresidente Sebastián Piñera le habló a su sector cuando gobernaba y tildó a algunos de cómplices pasivos. Aunque otros fueron bastante activos.
Sapos, informantes, cómplices, ejecutores, blanqueadores, todos parte de un mismo plan siniestro, conocido en todos los niveles. Del PC nadie puede decir cosa parecida en Chile.
Obvio que varios incautos pensarán que soy militante, pero no. De hecho, ya dije que no comulgo con ninguna dictadura. Y esa es una de mis piedras de tope para votarlos.
Otra cosa es validar un discurso repetido hasta el hartazgo que es acomodaticio, parcial y muchas veces falso. Atroces falacias que causan un dolor insoportable, como quienes todavía afirman que los desaparecidos fueron un invento o que los primeros muertos "eran inevitables", como manifestó hace poco la candidata Matthei, heredera ideológica del régimen.
Es urgente informar acerca de la desinformación que instalan desde distintos sectores, como que todo es comunista, desde la DC hasta el propio PC. Y lo dicen como si serlo fuera una peste o algo indigno. Gritarle comunista a un comunista puede parecer tan absurdo como cuando le gritan judío a un judío, sin embargo, sostiene un discurso de odio tan solo por el tono y la intención de menoscabar. Un maltrato y una discriminación que son parte del todo vale de la discusión política. No pasa con los DCs, no pasa con los radicales, ni con los libertarios, a pesar de las sandeces cargadas de odiosidad que muchas veces manifiestan. Su modelo a seguir al otro lado de la montaña es un tipo grosero y grotesco, con un claro y peligroso desequilibrio.
Dicen en la derecha que el PC chileno no es democrático, sin embargo, han participado en varios gobiernos de centroizquierda sin impulsar ninguna dictadura ni comerse ninguna guagua.
Por el contrario, hay pruebas de sobra respecto de la complicidad de la derecha con los hechos más horribles de siglo XX en Chile, sucesos que algunos 50 años después siguen negando. Como el candidato Kaiser que plantea liberar a presos como Miguel Krassnoff, condenado a más de ¡mil años! por delitos tan horribles como inimaginables. Nada de eso ha hecho el PC en Chile. Y, no obstante, buena parte de la oposición los nombra como si fueran sinónimo de algo perverso y fétido. Pero ni se arrugan para apellidar "democrático" a alguno de sus partidos, nacidos al alero del río de sangre que corría en los 70 y 80 por la historia de los humildes.
En 1996 conocí a Gladys Marín mientras estudiaba periodismo. Comunista viuda a fuerza de la dictadura cívico militar, su pasión y frontalidad fueron clave para desmentir algunas fábulas que siempre han circulado sobre los comunistas. Y que siguen circulando, a pesar de las evidencias: que los comunistas te van a quitar tu casa, que obedecen a China o que quieren instalar una dictadura a toda costa.
Lo del Taller de Agitación y Propaganda del PC Aysén tampoco responde a planes soviéticos enmarcados en el "Agit-prop", acrónimo del Departamento de Agitación y Propaganda creado por la URSS en 1920. Más de 100 años después, hay quienes insisten que los comunistas chilenos van a secuestrar a sus hijos para reclutarlos en el ejército rojo. Delirante. Yo creo que obviamente la agitación se trata de una licencia poética, alejada del sentido soviético. Porque viendo el video, el taller no es otra cosa que un espacio para aprender a fabricar y difundir propaganda política.
Insisto, yo no soy comunista y nunca he militado, pero, pruebas a la vista, la experiencia comunista chilena no muestra un ápice de ese terror tan enorme que dibujan la derecha y la ultraderecha. Durante la Unidad Popular, el PC fue uno de los partidos más moderados dentro de la alianza de Gobierno. Se opuso a la vía armada que promovía el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, y defendió la "vía pacífica al socialismo". La historia, tarde o temprano, derriba las caricaturas.
Quizás le temen a la disciplina de uno de los partidos más leales a sus alianzas. Gladys resumía con algo de romanticismo militante lo que para ella significaba ser comunista, y no tiene nada de que ver con odio ni con terror: "Ser comunista es entregarse a una causa, es pensar que la vida vale la pena vivirla intensamente".
¡Qué terrorífico!