Editorial, Redacción A poco más de 4 meses de las elecciones generales del 16 de noviembre, hay definiciones de candidaturas muy a firme y otras aún un tanto frágiles, pero se advierte fuertemente un clima electoral potente, muy propio de estos procesos democráticos, donde la comunidad también espera que comiencen a aparecer las propuestas de los distintos candidatos y candidatas, tanto a la presidencial del país, como al Congreso Nacional.
Y como viene ocurriendo hace varios años, la credibilidad, la empatía y la confianza cobran un tremendo valor para poder enfrentar esos comicios y conquistar así las preferencias de los votantes, los que con cada elección se han alejado más y más de las ideologías, de los partidos políticos, y están optando por una relación más "terrenal" y "concreta", donde ya parece dar lo mismo todo, y solo interesan definiciones claras y pragmáticas, más que el domicilio ideológico.
Sin renunciar por cierto a una gran máxima; necesitamos una democracia más robusta, más ocupada de establecer las bases de un proceso de desarrollo integral, viable e integrador, y hoy, todo parece circunscribirse a cosas materiales a veces innecesarias, a cargos y otras nimiedades, a cosas suntuarias y efímeras. Faltan ideas concretas, planes de desarrollo calendarizados y avaluados, porque la promesa simplona, esa que en algún momento cautivaba, hoy no seduce, al contrario, indigna y genera mucha frustración y rabia.
Y quizás por lo mismo ya poco importa a las personas que los candidatos sean de derecha, centro o izquierda, porque hace rato que la gente exige buena gestión, eficiencia y rapidez en las acciones, en la resolutividad de los problemas. La comunidad espera que los elegidos sean capaces de ejecutar, de concretar proyectos emblemáticos que impacten en el buen vivir de las personas, y no perder el tiempo en descalificaciones y defensas corporativas que solo perpetúan la mediocridad y el subdesarrollo.
A la comunidad le interesa que las futuras autoridades electas lideren un proceso donde el principal objetivo sea asumir metas concretas, viables, demostrar ganas de avanzar en aquellas áreas donde aún se advierten dificultades y mostrar esos avances con claridad y sin demagogia.
La ciudadanía anhela que en política comiencen a advertirse señales positivas, que el ámbito económico y productivo mejore y se inicie un proceso de progreso constante, donde se pongan en marcha nuevos proyectos, nuevas ideas, nuevos emprendimientos, y se genere en Aysén un clima de optimismo colectivo que tenga un correlato en todos los rincones de nuestra sociedad.

















