Se acerca el invierno y cada día las temperaturas bajan, mientras las condiciones climáticas y ambientales empeoran. Bajo este escenario, se calcula que dentro de las próximas semanas nuestros centros asistenciales se verán tensionados debido al aumento de la demanda de pacientes con síntomas respiratorios que consultan las urgencias y deban ser hospitalizados. 

La semana epidemiológica correspondiente al período del 25 al 31 de mayo, nos muestra un escenario que merece una lectura más pausada, ya que en ese periodo casi la mitad de los exámenes respiratorios solicitados en el Hospital Regional Coyhaique resultaron positivos, entre ellos el rinovirus y adenovirus, que son agentes de circulación anual y conocidos por todos nosotros. Sin embargo, también circulan en la comunidad el Virus Respiratorio Sincicial (VRS) e Influenza A.

A diferencia del rinovirus y adenovirus, VRS e Influenza A son virus estacionales, que circulan específicamente en la época invernal y que suelen ensañarse con los grupos más vulnerables, como es el VRS en los niños menores de un año. Por otro lado, la Influenza A ya ha sido responsable del traslado extrarregional de dos pacientes, de 30 y 59 años, que resultó con el fallecimiento de la más joven en su hospital de destino. 

Pese a lo anterior y de acuerdo a nuestros registros, aun no llegamos al primer peak del periodo invernal 2025. En otras palabras, esperamos el aumento en la circulación viral en las próximas semanas, en las consultas y por supuesto en la hospitalización y los traslados aeromédicos. Esperamos que esta tendencia baje solo cuando los escolares salgan de vacaciones en el mes de julio.

Es en este contexto, que el monitoreo diario que realiza el equipo de vigilancia epidemiológica del HRC todo el año es muy importante, pero en periodo invernal es fundamental, ya que ayuda a tomar decisiones respecto de la gestión de la red asistencial y de nuestro único hospital de alta complejidad, no sólo en lo que respecta a las atenciones de urgencia, sino también de los servicios hospitalarios y epidemiología, quienes debemos monitorear el estado de cada uno de nuestros pacientes. Somos los ojos, manos y escudos en este periodo.

Es en este periodo, que este esfuerzo debe ir de la mano con la responsabilidad individual de cada persona en el contexto de vacunarse contra enfermedades inmunoprevenibles, ya que la salud pública no solo se defiende en los hospitales. Cada uno de nosotros debe aportar su granito de arena vacunándose, de lo contrario el precio lo pagan los más vulnerables. 

En nuestro país, vacunarse no es un privilegio, menos un lujo sanitario, sino que es una herramienta que salva vidas, es la intervención más efectiva que ha desarrollado la humanidad en más de un siglo de medicina preventiva. Sin embargo, año tras año enfrentamos las mismas dudas, desinformaciones y campañas antivacunas que terminan costando caro, ya que ponen en duda su eficacia, pero la evidencia científica es arrolladora, las vacunas salvan vidas, disminuyen hospitalizaciones y alivian la carga de nuestra red. De esta forma, los beneficios superan con creces los riesgos. De hecho, no hay ninguna intervención médica con un historial de seguridad y efectividad comparable al de las vacunas respiratorias. La indiferencia ante lo expuesto no es una opción. 

El llamado es a vacunarnos, a vacunar a nuestros hijos y por supuesto a nuestros padres. Todavía hay tiempo, tenemos vacunas disponibles. 

¡Proteja a los suyos, vacúnese!