Editorial, Redacción A 48 horas de las elecciones, creemos necesario reforzar desde nuestra labor periodística e informativa, aspectos que son fundamentales para nuestra democracia, indistintamente de los resultados que arroje este proceso electoral.
Nuestra labor informativa debe ser seria, responsable y rigurosa, pero principalmente empática, porque nos hacemos cargo de las demandas de la comunidad y de transmitir sus sensaciones a las autoridades, porque gobernantes y gobernados deben ser protagonistas de la democracia, y no enemigos. Y es que más allá de la ideología del gobierno de turno y de lo que piense cada ciudadano, la democracia es un ejercicio permanente de tolerancia y de profundo respeto por las diferencias.
Por lo mismo, la gente pone sus expectativas, y son muy variadas, en la gestión del Ejecutivo, esperando que todo se acoja como prioritario, ya que los beneficios de una buena gestión tienen un impacto favorable y con repercusiones colectivas, más aún en una zona como Aysén que evidencia un significativo rezago respecto a otras regiones del país.
El debate democrático permite disentir y estar de acuerdo, permite darle matices a los distintos enfoques o miradas que cada cual tiene respecto al tipo de gobierno que requerimos, pero también tiene insumos que están ahí, al alcance de todos y de todas, y que son los diagnósticos de nuestra realidad.
En el caso de Aysén, son informes contundentes y claros, por lo que la comunidad espera ver señales de avance y pasar de la teoría a la acción, específicamente en aquellas demandas territoriales más sentidas y urgentes.
Si eso se logra o no, la ciudadanía y los resultados electorales lo dirán, pero ciertamente que se requieren señales potentes de buena gestión, de acción, porque si bien escuchar es importante, la comunidad quiere que la distancia entre la teoría y la práctica se acorte y sus demandas tengan las respuestas exigidas.


















