Editorial, Redacción La reciente aprobación unánime en la Comisión de Energía del Senado del proyecto de ley que busca perfeccionar los Sistemas Medianos de Generación Eléctrica marca un hito de enorme trascendencia para nuestra región.
Esta iniciativa no solo promete modernizar una infraestructura obsoleta, sino que también ataca uno de los persistentes cuellos de botella que han frenado el desarrollo regional: el alto costo y la ineficiencia energética.
La rigidez del actual sistema ha derivado en redes más antiguas, una menor calidad de servicio, costos elevados para los clientes y serias dificultades para la planificación de inversiones a largo plazo.
La principal y más inmediata ventaja de esta nueva legislación es la promesa de equidad tarifaria. La ley permitiría contar con tarifas más accesibles y realistas. De hecho, el subsecretario de Energía destacó que las medidas tarifarias que actualmente se aplican en el Sistema Eléctrico Nacional podrán extenderse a los Sistemas Medianos.
El proyecto va mucho más allá de una simple rebaja de tarifas; sienta las bases para un sistema eléctrico moderno y flexible, adaptado a nuestra compleja geografía.
Sin embargo, una de las mayores potencialidades que se abren para Aysén es el fuerte incentivo a la incorporación de Energías Renovables No Convencionales (ERNC) y tecnologías de almacenamiento. El proyecto suma nuevos criterios al proceso tarifario, que complementan los criterios actuales de seguridad y eficiencia, al incluir el uso de ERNC.
Más importante aún, se especifica el principio de acceso abierto para la generación renovable. Esto obliga a las empresas transmisoras y distribuidoras a permitir la conexión de nuevos proyectos a través de líneas propias o de terceros, fomentando así obras de planes de expansión que incorporen la generación renovable.
Esta apertura tiene un doble beneficio: permite la entrada de nuevos actores a la generación de energía en la región de Aysén, rompiendo el monopolio local, y asegura el desarrollo de una matriz mucho más limpia.
Estos cambios representan un interruptor: pasaríamos de ser una región energéticamente aislada y costosa, a una región integrada con potencial de inversión limpia y equidad tarifaria, liberando la capacidad de crecimiento productivo que hoy se encuentra estancada. Una tremenda oportunidad para Aysén.

















