Nadie podría negar la fuerte influencia de los Pueblos Originarios en la Región de Aysén. Ya sea mapuche, Kawésqar, huilliche o aonikenk, todo el extenso territorio de la Patagonia está fuertemente permeado por la presencia de comunidades y la ascendencia indígena en gran parte de nuestra gente.
La fuerte presencia de Población indígena en la Región de Aysén es respaldada por el último Censo: un 29%, que nos sitúa como la tercera región con mayor proporción de población indígena en el país. Esa población enfrenta brechas importantes y desafíos culturales para los que requieren un apoyo. Apoyo que el Estado Chileno les adeuda desde hace mucho tiempo.
En términos de vulnerabilidad el dato central es que cerca de la mitad de la población en situación de pobreza en la Región es indígena (47% de la población en situación de pobreza). Más aún, el 51% de las personas en situación de pobreza extrema son indígenas. Se puede plantear que "la pobreza en la Región de Aysén es indígena".
Este dato, tan preocupante, y tan urgente de abordar, no nos puede impedir ver otras problemáticas que también revisten relevancia, sobre todo desde el punto de vista cultural. En el país se está perdiendo la transmisión intergeneracional del mapuzugun, situación especialmente crítica en la Región: No hay comunidades de hablantes y se registran muy pocos hablantes individuales de la lengua, aunque se pueden distinguir comunidades indígenas que reivindican distintas variantes del mapuzugun: el tradicional (Coyhaique, Lago Verde, Cisnes) y veliche (Puerto Aysén y Guaitecas).
El desafío es mayor, y se relaciona con incorporar en la dinámica de inversión del Gobierno Regional una visión de integridad cultural que la atraviese de manera transversal, para lo cual será necesario que cada una de las personas que forman parte de estos procesos, logren internalizar esta mirada. Quizás el Wiñoy Txipantu que acaba de pasar, y la celebración del inicio de un nuevo ciclo, es la mejor manera de empezar este trabajo.
Por otra parte en materia de salud se observa una fuerte presencia de agentes del sistema de sanación mapuche en la Región: Lawentuchefe (yerbatero) y wüntuchefe (reparador de huesos), lo que nos indica la presencia de una cultura viva y vibrante que es parte de nuestro día a día.
Comunidades, organizaciones y asociaciones de Pueblos Originarios de la región de Aysén han priorizado como acción fundamental, la revitalización lingüística, en las modalidades de enseñanza y difusión de las lenguas, que además es la principal demanda en materia cultural a partir del diagnóstico de crisis de reproducción natural. Así mismo, han definido como otro de los aspectos relevantes, la transmisión de expresiones culturales como las artes y los oficios, a raíz de la constatación del actual estado de reproducción de las diferentes expresiones culturales, ya sea por desuso o por desaparición de las y los cultores tradicionales que portan el conocimiento.
Un desafío para el reconocimiento de nuestros Pueblos Originarios es poder transmitir a las nuevas generaciones esta herencia cultural, no sólo en cuanto a la lengua, sino también en actividades productivas como el telar, la cestería, platería, hierbas medicinales, recolección, conocimiento del mar y todo conocimiento forjado en la constante convivencia en armonía con el entorno.
Por esto es que en el Gobierno Regional se socializó con agrupaciones y comunidades mapuche y huilliche el Programa Integral de Intervención de Pueblos Indígenas de la Región de Aysén, que debe ser revisado por el Consejo, el que se diseñó buscando dar respuesta a lo planteado a través de la participación representativa de los Pueblos Originarios en los espacios de diálogo que hemos comprometido crear.
El desafío es mayor, y se relaciona con incorporar en la dinámica de inversión del Gobierno Regional una visión de integridad cultural que la atraviese de manera transversal, para lo cual será necesario que cada una de las personas que forman parte de estos procesos, logren internalizar esta mirada. Quizás el Wiñoy Txipantu que acaba de pasar, y la celebración del inicio de un nuevo ciclo, es la mejor manera de empezar este trabajo.