Redacción, Diario El Divisadero Las renuncias son señales y la interpretación que cada uno haga de ellas, tiene mucho que ver con la afinidad que sienta y tenga con el político/a que apela a este recurso.
Ayer lo hizo Luperciano Muñoz, Andrea Macías y previamente Raúl Rudolphi y Jorge Calderón, políticos que han sido claros en reconocer que tienen ambiciones parlamentarias. Una decisión tan democrática como los procesos que les permitieron llegar a los cargos que hoy dejan, claro que, con distintas realidades, algunos derrotados en las urnas, otros con la convicción que ahora sí están las condiciones para asumir un nuevo desafío político.
Como sea, ya se inició una nueva etapa y pensando en las elecciones legislativas y presidenciales a efectuarse el 16 de noviembre de 2025, se viene un año intenso, lleno de desafíos y de oportunidades para quienes han abrazado la política como una forma de poder poner en valor sus capacidades al servicio de la comunidad.
Desde esa máxima, se valora la convicción, el deseo de llegar a instancias legislativas, pero también es importante la cautela y la necesidad de generar nuevos espacios de participación y de debate para que sean las comunidades las que también se vinculen con estas decisiones.
Las primarias son un muy buen mecanismo, y creemos que tienen un valor mucho más relevante que el capital electoral. Dicho de manera más simple, los votos obtenidos por estos incumbentes (Macías, Calderón y Muñoz) en las recientes elecciones, son un insumo más, pero en ningún caso deben ni pueden transformarse en el único requisito para que sean candidatos.
La actividad política hace mucho rato que provoca más desconfianza y distancia con la comunidad, y los electores siguen esperando más y mejores señales de querer cambiar añejas formas para validarse como candidato o candidata. La gente quiere más participación, pero también conocer programas y objetivos en torno a las candidaturas parlamentarias.
Han sido años muy complejos para la política, y la credibilidad sin duda que es un valor tremendamente potente para quienes aspiran a los cargos de representación popular. Se gana y se pierde, a veces también se extravía la brújula, y esto último es lo que más preocupa a la comunidad, porque hay candidaturas que poco y nada apelan a la autocrítica, y pretenden validarse solamente con respaldos partidistas y escaso apoyo ciudadano.
Esa política fracasó, no seduce, no suma, no convoca, pero lamentablemente sigue practicándose. Quizás sea esta la oportunidad de no seguir replicando un modelo fracasado, a veces autoritario y mañoso, y apostar por procesos participativos más inclusivos, integradores y tolerantes, donde el pueblo de verdad se pronuncie y se transforme en el verdadero protagonista de las decisiones democráticas.





















