Editorial, Redacción La diversidad política siempre le hace bien a la democracia, porque permite comparar, evaluar y finalmente, decidirse por la opción que a cada elector más y mejor representa.
Y así como hay diversidad ideológica, también hay diversidad de propuestas de parte de los candidatos presidenciales que se medirán en segunda vuelta.
Y aquí cuando el sentido común parece que sigue siendo un factor determinante y relevante para los electores, en todo proceso electoral, más en este que definirá al presidente o presidenta de la República. Y además, la clase política tiene absolutamente claro que la ciudadanía no tiene ningún interés por las pequeñeces que generan las polémicas y peleas ideológicas, algunas muy artificiales e innecesarias, porque únicamente condicionan y retrasar las importantes decisiones que deben dar paso a las grandes soluciones, esas que generen auténtico desarrollo, que es en definitiva lo que más anhelan las personas.
Porque es un hecho de la causa que la comunidad aisenina sigue a la espera de respuestas y soluciones a muchas demandas y problemas, que ciertamente tienen larga data, pero son los gobiernos de turno quienes lo hacen propios y se comprometen a abordarlos. Muchas de esas soluciones están en manos de las autoridades regionales y otras en manos del gobierno central, pero también hay varias que dependen de los parlamentarios.
La percepción ciudadana es clara y rotunda y no debemos perder de vista que a nivel territorial hay también otros efectos propios de la fuerte dependencia que tiene la zona de la inversión pública y del rol del Estado.
Entonces lo que la ciudadanía espera de la futura gestión gubernamental es un impacto favorable en su diario vivir, señales de progreso tangibles.
La mirada ciudadana es que no se advierte desarrollo, no se nota crecimiento y muy lentamente comienzan a ejecutarse obras públicas de primera prioridad, que poco a poco están teniendo un impacto en el empleo. Esa percepción no la inventamos nosotros como medio de comunicación, es genuina, ya que de manera permanente escuchamos esa opinión, quizás sin sustento estadístico ni científico, pero sin duda cala fuerte en el estado de ánimo de la comunidad y deja de manifiesto el sentir de la gente.





















