Lamentablemente hemos normalizado la descalificación como una mala práctica social, y la confrontación de ideas se extravía en una niebla que a veces impide avanzar en la búsqueda de los acuerdos y las soluciones que el país demanda.

Ya se han vuelto constantes las polémicas entre las derechas y las izquierdas, donde lo único que queda en evidencia es un preocupante sesgo político, discriminador e intolerante. Todo permeado por este clima beligerante, donde cualquier intento por construir paz social, fomentar la unidad y comenzar a generar un clima de diálogo y entendimiento, ciertamente no prospera.

Desde el sector privado también han sido constantes las quejas por la falta de gestos por parte del Gobierno, por lo tanto, no se trata de una simple casualidad, sino que al parecer de una posición ideológica clara y muy alejada de cualquier aspiración que tenga como objetivo acercar posiciones, consensuar, buscar el bien común.

Como diario regional, nuevamente cuestionamos este ambiente tan tenso, tan hostil, tan poco dialogante, donde la ciudadanía observa con mucha inquietud como se va instalando cada vez con más fuerza la intolerancia y las pugnas ideológicas.

Este debate ha sido álgido, permanente y no exento de polémica, donde opiniones encontradas e incluso descalificadoras, tratan de apoderarse e imponer una verdad, dejando muy poco espacio para conversar y consensuar, qué es lo más anhela hoy la comunidad.

Y nuevamente sostenemos que a la región le falta mucho por avanzar y nuestro subdesarrollo se advierte muy notoriamente en los más diversos ámbitos y rincones del territorio, un problema complejo de resolver para todos los gobiernos, pero que parece agudizarse aún más cuando se adoptan posiciones extremas, a veces irreconciliables y, por cierto, algunas de ellas muy supeditadas a una subordinación de poder, tanto político como económico.

No perdamos de vista entonces, que los efectos de la confrontación, en cualquier ámbito, nos llevan a un descontrol, a una polarización ideológica que en nada contribuye a la paz social, y que a la larga genera efectos que afectan a todos los habitantes de la región de Aysén, no solo a los actores de la cadena económica y productiva. 

Con decisión o voluntad política, con sentido de urgencia, priorizando, primero, un reconocimiento a nuestro rezago, y segundo, estableciendo una calendarización concreta para que las obras o proyectos que la ciudadanía y el sector privado requieren para su desarrollo, comiencen a materializarse.