En nuestra región una amenaza muchas veces silenciosa, avanza entre nuestra población adolescente y adulta. Las cifras no mienten. En apenas cinco meses del año 2025, las incautaciones de droga ya superan en más del 100% todo lo decomisado durante el año anterior. Mientras en 2024 se retiraron de circulación 40 kilos de sustancias ilícitas, en lo que va de este año ya son más de 81 kilos.
Es una cifra histórica, pero que lejos de tranquilizar, exige mayor atención y compromiso por parte nuestra y de varias otras instituciones y personas.
El incremento de incautaciones refleja un trabajo más especializado y coordinado de todas las instituciones involucradas: Ministerio Público, Carabineros, Policía de Investigaciones, Armada y Aduanas. Paralelamente, también da cuenta de una realidad que nos preocupa: Aysén ya no es una excepción frente al narcotráfico.
En la última década, los decomisos por tráfico ilícito de sustancias estupefacientes se han multiplicado por diez en la Región de Aysén, y el microtráfico casi se ha triplicado. Estas cifras retratan una transformación profunda en el escenario criminal local. Lo que antes era un fenómeno aislado, hoy constituye una amenaza estructural para la seguridad pública, la convivencia y la salud de quienes habitan la región.
Frente a este desafío, el Ministerio Público ha adoptado una política de persecución penal estratégica. Desde la creación de la Unidad de Drogas de la fiscalía regional en 2020, no solo se ha logrado un aumento sostenido en las investigaciones complejas, sino también un enfoque más analítico y de largo plazo. Ya no se trata simplemente de detener a quienes portan droga en pequeñas cantidades, sino de desarticular toda la cadena criminal. Es decir, desde el proveedor en Santiago o el norte del país, hasta el último eslabón que distribuye en nuestras calles.
Un ejemplo claro de esta nueva forma de enfrentar el delito es el reciente caso de lavado de activos, en el que la Fiscalía logró la formalización de seis personas y la prisión preventiva de cuatro de ellas, estableciendo un flujo de más de 100 millones de pesos. Esta investigación permitió desmantelar parte de la estructura financiera de una red delictual.
Otro caso emblemático fue la incautación de más de 20 kilos de clorhidrato de cocaína y más de 1 kilo de marihuana en un laboratorio de abultamiento de droga desbaratado por Carabineros en Puerto Aysén. El valor estimado de este decomiso supera los 475 millones de pesos, lo que da cuenta del alto nivel de organización y logística detrás de estas operaciones. No estamos hablando de delitos improvisados ni de delincuentes ocasionales. Creo que estamos enfrentando desafíos mayores en el ámbito criminal.
Este panorama obliga a reforzar, aún más, la coordinación interinstitucional. Las reuniones periódicas entre Fiscalía, policías, Armada, Aduanas y autoridades regionales permiten generar análisis criminal conjunto, distribuir los recursos donde más se necesitan y planificar operativos con inteligencia previa. El éxito se consigue con información, estrategias claras y objetivos comunes.
Pero la responsabilidad no recae solo en las instituciones. Como comunidad, también tenemos un rol que asumir. La droga rosa, conocida como "tusi", ya ha sido detectada en nuestra región. Esta sustancia de la que se habla en redes sociales y círculos juveniles, representa un grave riesgo para la salud física y mental de niños, niñas y adolescentes y por ello, es fundamental que como padres y adultos responsables estemos atentos.
Enfrentar el narcotráfico no es fácil. Exige recursos, perseverancia, inteligencia y, sobre todo, voluntad. Pero los resultados de este primer semestre nos permiten tener la convicción de que cuando el Estado actúa de forma cohesionada, cuando se investiga a fondo y se golpea a las redes donde más les duele, es decir su financiamiento, logística y liderazgo, los resultados tiene que llegar.
Nuestro camino es claro; no se trata solo de incautar drogas, sino de desmantelar organizaciones. No basta con detener a los microtraficantes, debemos también llegar a los financistas. Y para ello, el trabajo mancomunado es el único camino porque Aysén, nuestra reserva de vida, merece seguir siendo una región segura y donde nuestros jóvenes puedan crecer sin la nefasta influencia de las drogas.