Errores no forzados

No hay nada peor para la imagen de un gobierno, que la indolencia de sus autoridades, las que, instruidas seguramente desde Santiago, prefieren mantenerse en silencio y no responder a las diversas críticas que a diario surgen en torno a la gestión del oficialismo.
El caso de la designación de Sandra Maldonado como seremi de Energía (ya no lo es, duró poco más de 24 horas) es una evidencia más de esas torpezas o errores no forzados que se cometen desde el Ejecutivo, empañando no solo la imagen del Gobierno, sino que también a los partidos políticos que son parte de la coalición oficialista.
Y es que no solo en este diario, sino que también en varios otros medios de comunicación, los emplazamientos son constantes, pero se siga optando por no responder, por no "enredarse" con enfoques adversos y se mantiene un silencio brutal en torno a alnos temas que le interesan a la comunidad. Porque lo fácil, lo simple, parece ser la postura más cómoda para las autoridades, muchas de ellas encapsuladas en sus oficinas, blindadas de todo, con poca calle, participando en cuanta mesa intersectorial se inventa, pero con poquita interacción con ciudadanía. Es decir, autoridades que ni siquiera cumplen con los estándares que el propio Presidente Gabriel Boric definió para sus colaboradores, un contraste que no hace más que dejar en evidencia, una vez más, que entre la teoría y la práctica a veces hay una distancia enorme. Otras, queriendo aparecer en cuanta nota de prensa se remite desde el oficialismo, como si no existieran las vocerías sectoriales.
Hoy hay más dudas que respuestas y siguen dando vuelta una serie de interrogantes que a diario nos plantea la comunidad y que dan cuenta de una evidente necesidad por conocer qué está pasando con la gestión gubernamental.
Desde el Gobierno, los gremios, los partidos políticos y las más diversas organizaciones sociales, escuchamos llamados a la unidad, lo que aplaudimos y a lo que nos sumamos, pero los temas de desarrollo y las demandas ciudadanas se deben abordar con sentido de urgencia.
La gente cree que es posible un mejor país, una mejor región, pero anhelan que las decisiones relevantes para el futuro se adopten con la participación activa de todos y de todas y con una actitud gubernamental (regional y central) de más diálogo, de tolerancia, sentido común y trabajo colaborativo.