Investigadores descubren nuevos movimientos tectónicos en falla Liquiñe-Ofqui

Un equipo de investigadores del Departamento de Geología de la Universidad de Chile realizó un interesante descubrimiento bajo nuestros pies en plena Patagonia Aysén.
La investigación fue publicada en mayo de 2025 en la revista Tectonics de la American Geophysical Union y se centró en contestar la siguiente pregunta: ¿Qué sucede si empujas una dorsal oceánica como la Dorsal de Chile en Aysén bajo otro continente?
Para entenderlo mejor, hay que recordar que nuestro planeta está conformado por placas tectónicas que están en constante movimiento y en la zona sur austral de nuestro país, en la región de Aysén, convergen las placas de Nazca, Sudamericana y Antártica. A esto hay que sumar otro antecedente: la existencia de dorsales submarinas, que son cadenas montañosas formadas en el fondo del océano, una de las cuales es la Dorsal de Chile que está siendo subducida bajo la placa Sudamericana. ¿Dónde? En la Patagonia Chilena.
Las dorsales oceánicas como la de Reykjanes en Islandia y la dorsal de Chile en Aysén son piezas clave en el rompecabezas tectónico global y están directamente relacionadas con grandes terremotos y erupciones volcánicas, como las recientes crisis sísmicas en el suroeste de Islandia, cerca del pueblo de Grindavík.
El geólogo estructural Sebastián Perroud y el Dr. Gregory De Pascale, profesor asociado de tectónica y geología estructural en la Universidad de Islandia, lideraron este estudio para investigar este fenómeno. "Esto ha ocurrido muchas veces en la historia de la Tierra, pero actualmente solo se está dando en un lugar increíblemente remoto y fascinante: la Patagonia chilena", comenta el Dr. De Pascale.
Para explorar la pregunta inicial, el equipo se dirigió al oeste del Campo de Hielo Patagónico Norte, donde el glaciar que se ubica más cercano al Ecuador con conexión al mar -el Glaciar San Rafael- desemboca directamente en el océano. Allí estudiaron una importante línea de falla tectónica: la Falla Liquiñe-Ofqui.
Utilizando tecnología de punta, el equipo recopiló un innovador conjunto de datos de lidar (detección por luz y distancia), una técnica que emplea láseres desde un avión para mapear la superficie terrestre, incluso bajo la densa selva templada de la región. "El lidar es una herramienta de vanguardia en estudios tectónicos, y esta es la primera vez que se utiliza de esta forma en esta zona. Los resultados fueron sorprendentes", señaló Sebastián Perroud.
"Sabíamos, por estudios previos, que la Falla Liquiñe-Ofqui generaba desplazamientos horizontales (similares a la Falla de San Andrés en California), pero nos sorprendió encontrar un gran escalón vertical a lo largo de la falla, lo que indica un rápido levantamiento tectónico - probablemente asociado con grandes terremotos".
El equipo se desplazó en bote por los fiordos del sur de Chile, en helicóptero y a pie por la selva y sobre el Glaciar San Rafael, documentando y describiendo los movimientos tectónicos. Dado que la región que envuelve al Glaciar San Rafael es uno de los sitios mejor datados de la Patagonia -clave para estudios sobre el retroceso glacial y el cambio climático-, los autores pudieron comparar los desplazamientos generados por la falla con la edad de geomorfologías glaciares como morrenas, determinadas gracias al lidar. Así, calcularon tasas de desplazamiento: aproximadamente 14 mm por año en dirección horizontal (deslizamiento a lo largo de la traza de la falla) y 6 mm por año en sentido vertical (levantamiento tectónico).
"El levantamiento tectónico de 6 milímetros por año puede parecer poco -nuestras uñas crecen unos 36 mm al año-, pero es extremadamente rápido para procesos geológicos, y solo ocurre en la zona en donde la Dorsal de Chile está siendo subducida. Al norte y al sur de esta región, el levantamiento impulsado por esta falla es prácticamente nulo", explicó el Dr. De Pascale.
"Las cumbres de los Andes Patagónicos en esta zona son casi 2 kilómetros más altas que las de regiones vecinas, por ejemplo el Cerro San Valentin, lo que demuestra que al subducir una dorsal oceánica como la de Reykjanes o de Chile bajo un continente, se generan cambios profundos en la corteza superior que contribuyen a la formación de cordilleras", finalizó el investigador.