Editorial, Redacción Siempre después de una elección surgen varias interrogantes en torno a esta última etapa de la gestión del Ejecutivo, y lo que se viene para el país el 2026.
Los analistas señalan que será un año complejo en lo político, especialmente por la conformación del Congreso Nacional y ciertamente, por el sello ideológico de quien asuma la Presidencia de la República.
Pero también será un año determinante para constatar si la reactivación económica comienza a concretarse con mayor intensidad y si el Gobierno que asumirá, logra mejorar aquellos indicadores que tienen un impacto directo en las condiciones de vida de la ciudadanía.
Porque cumplir con las expectativas ciudadanas, las que por cierto son sumamente altas, es un gran desafío para la administración que asuma. Por otra parte, tenemos legisladores electos que también deberán estar a la alturade las exigencias de la gente, sometidos al legítimo anhelo ciudadano de ver señales más rotundas de desarrollo para esta región. Y un gobierno nacional más eficiente y cercano a las demandas de la gente.
Las comunidades han señalado sostenidamente que existe la necesidad de avanzar, de dejar atrás la inequidad territorial y comenzar a resolver las complejidades estructurales que dificultan el progreso de Aysén.
Lo importante es corregir errores, para enmendar el rumbo y para darle más protagonismo a la gente. Si eso se consigue, tendremos una comunidad más comprometida con los cambios que se deben generar para que el desarrollo también se advierta en esta parte de Chile.





















