No olvidemos a Juan Vera Oyarzún

Porque la memoria es un acto de justicia y dignidad no debemos olvidar a Juan Vera Oyarzún. Su ausencia física no es un hecho del pasado, es de ahora, de todos los días y mientras no se sepa donde están sus restos no habrá descanso para quienes lo buscan. Ni para la sociedad, porque no es posible sanar las heridas sin haberlas curado primero.
Había viajado al país vecino tras el Golpe Civil Militar de septiembre del 73 en busca de asilo político, sin embargo el 27 de octubre del mismo año fue entregado por Gendarmería Argentina de Río Mayo a militares y carabineros chilenos que se movilizaban en una ambulancia del Hospital de Coyhaique. Este hecho se constituye en un acto de colaboración entre países regidos por dictaduras en el cono sur de América, asociación ilícita para la desaparición forzada de personas.
De acuerdo al testimonio de un joven funcionario del Hospital de Coyhaique (y hecho llegar al Juez Sr Luis Sepúlveda) fue conminado por el Dr. Fuentealba a bajar de un camión Mercedes Benz unos cuerpos que venían envueltos en frazadas del ejército (unos seis cadáveres) que se dejaron en la morgue. Por curiosidad fue con una colega a revisar de uno en uno los cadáveres y reconoció a un señor de apellido Vera y a un ex compañero de curso de nombre José Rosendo Pérez Ríos, también detenido desaparecido. Al otro día los cuerpos ya no estaban.
Estas son las últimas noticias que se tiene sobre el paradero y destino de Juan Vera Oyarzún. Han pasado 53 años y el pacto de silencio de los asesinos, cómplices y encubridores, Gustavo Rivera Toro, Miguel Ángel Rondón, Evaldo Rendi?, José María Fuentealba, ha impedido ubicar sus restos mortales y reconstituir los últimos momentos de su vida.
Juan Vera Oyarzún, hombre de origen modesto, de clase obrera, hijo de pioneros de Aysén, siempre destacó por su compromiso militante y por su trayectoria en la lucha sindical. Fue Secretario Regional del Partido Comunista, cargo que ostentaba al momento de su desaparición, también Secretario General de la CUT y Presidente de la Unión de Obreros Municipales. En Punta Arenas incluso fue Regidor. A pesar de su escasa educación formal era un insaciable lector, deseoso de perfeccionarse y tenía en su casa de la calle Baquedano, una gran biblioteca con libros de historia, medicina, astronomía, arte, cine, literatura, economía. Los mismos que fueron quemados por los soldados en una gigantesca hoguera en el patio trasero de la casa. Al parecer ardieron durante casi una semana. La casa fue allanada múltiples veces y de ella sólo quedó un cascarón vacío, sin mueble ni enseres, los que se "perdieron".
Sin duda, el principal vacío es la ausencia en Aysén de ese hombre de estatura media, de bigote, de profundos ojos color azul, de claridad política, de amor por su familia, de lucha diaria por lograr para todos un sociedad mejor donde vivir. Y a eso dedicaba su tiempo, era su pasión.
No olvidemos a Juan Vera Oyarzún. Se lo debemos a él y a todos/as quienes fueron forzosamente desaparecidas/os, solo por pensar en justicia social, oportunidades y dignidad para todos.