Para el resto del país, la Región de Aysén ha sido históricamente percibida como una zona aislada, con un bello entorno natural y con bajas tasas de criminalidad. Sin embargo, los tiempos han cambiado y los fenómenos delictivos que antes parecían lejanos han comenzado, lamentablemente, a desplegarse en esta zona del país.
La reciente incautación de más de 20 kilos de clorhidrato de cocaína y más de un kilo de marihuana en un operativo liderado por la Fiscalía de Aysén-Cisnes y Carabineros de Chile, no solo constituye una de las más grandes de la historia a nivel local, sino también una señal de que el narcotráfico -y no solo el tráfico en pequeñas cantidades- está presente en varias de nuestras localidades.
El hallazgo de un "laboratorio de abultamiento de drogas" en plena Ruta CH-240, la cual conecta Aysén y Coyhaique, representa un punto de inflexión en la forma en que debemos abordar este tema. Las prensas, las balanzas, las sustancias incautadas y la infraestructura reflejan una planificación logística y operativa propia de organizaciones criminales.
En este sentido, durante mucho tiempo se pensó que Aysén era solo una zona de tránsito para el narcotráfico. La menor cantidad de población y las largas distancias entre ciudades eran vistas como obstáculos naturales para la criminalidad organizada. Sin embargo, lo que esta operación revela, sumado a varios otros casos anteriores, es que Aysén ya no es simplemente un lugar de paso, sino que puede estar convirtiéndose en un lugar de distribución constante de estupefacientes y donde incluso, también se procesa la droga para su abultamiento, como es el caso que mencioné al inicio.
El éxito de esta operación radica en la coordinación y el profesionalismo de los equipos que participaron en su ejecución. Con el despliegue de unidades especializadas como la SIP de Carabineros, la Fiscalía de Aysén-Cisnes y la Unidad de Drogas del Ministerio Público, se logró una intervención eficaz y oportuna. Además, la presencia del OS-7 y el can detector "Gazú", así como la participación del Laboratorio de Criminalística, son muestra de un trabajo técnico de alto nivel.
Por cierto, necesitamos reforzar y fortalecer las capacidades regionales para combatir el narcotráfico, desde un punto de vista humano y técnico. La magnitud del hallazgo de droga, avaluado en más de 475 millones de pesos, nos obliga a reflexionar sobre el impacto del narcotráfico en nuestra sociedad local.
Creo que la droga no solo enferma a quienes la consumen; destruye familias, fragmenta los barrios, genera violencia. Aysén no está ajeno a estos riesgos. La incautación realizada esta semana es, sin duda, una victoria, pero también es una advertencia.
Estamos frente a una amenaza concreta que compromete el presente y el futuro de nuestra región. Si no actuamos con decisión, podríamos enfrentar escenarios similares a los que viven otras zonas del país, donde el crimen organizado disputa el control territorial al Estado, recluta jóvenes, y desafía a todo lo establecido.
Desde mi punto de vista, el trabajo preventivo debe estar incluido en la estrategia regional para abordar el tráfico de drogas. Por eso, la próxima semana volveremos a realizar el programa "Monitores Antidrogas", con estudiantes de diversos colegios y liceos de Coyhaique. Este es uno de nuestros aportes a la comunidad, en base al conocimiento que hemos adquirido en esta área.
Asimismo, requerimos de una comunidad comprometida con la denuncia, porque nadie conoce mejor lo que ocurre en los sectores poblaciones que quienes viven en ellos. Aysén aún está a tiempo de contener este fenómeno. Lo ocurrido esta semana no debe ser visto solo como una noticia relevante, sino como una oportunidad para replantearnos nuestras prioridades y reafirmar nuestro compromiso con una región más segura y sana para todas y todos.